Por Álvaro Chirinos Sattler, publicado en Altavoz
En un contexto global marcado por la inseguridad alimentaria y la volatilidad geopolítica tras la guerra en Ucrania, la atención de Europa se ha volcado hacia nuevos socios estratégicos para abastecerse de productos agrícolas. En este escenario, Marruecos y Perú emergen como actores clave. Ambos países han convertido el desafío climático de sus desiertos en una oportunidad de desarrollo agroexportador. Sin embargo, el caso peruano presenta ventajas competitivas que podrían convertirlo en un líder global del sector agroindustrial en los próximos años.
Marruecos: agricultura con respaldo europeo
Desde 2008, Marruecos impulsa el Plan Marruecos Verde, iniciativa que se relanzó con fuerza en 2020 para convertir al país en un hub agrícola de primer orden, especialmente en zonas desérticas como Souss (Agadir), al borde del Sahara. Con una ambiciosa estrategia basada en tecnificación del riego, expansión de invernaderos y mejoras salariales en el campo, el país africano ha logrado que sus exportaciones agrícolas crezcan 63% en valor desde 2019.
Este crecimiento ha sido apoyado política y financieramente por la Unión Europea, que considera a Marruecos una fuente próxima y estable de productos frescos. Además, se están desarrollando grandes inversiones para transformar el Sahara en una nueva fuente de abastecimiento agrícola para Europa, en lo que ya se describe como un “pulmón alimentario del Mediterráneo.
Perú: la potencia del desierto sudamericano
Frente a ese avance, Perú representa una historia de éxito en agroexportación aún más consolidada. En las últimas décadas, proyectos como Chavimochic, Olmos o Villacurí han permitido transformar zonas áridas de la costa en polos agrícolas de altísima productividad, con una estrategia basada en la asociación público-privada, innovación tecnológica y cultivos de alto valor.
Como resultado, el año pasado el Perú exportó casi US$ 14,000 millones en productos agropecuarios, posicionándose como líder mundial en arándanos, paltas, uvas y espárragos. A diferencia de Marruecos, que produce en las mismas estaciones que Europa, el Perú goza de una ventaja geográfica clave: su producción ocurre cuando el hemisferio norte no puede abastecerse, lo que le permite acceder a mejores precios y llenar vacíos de oferta.
Proyectos clave para el futuro peruano
El potencial de crecimiento del Perú es aún mayor si se concreta la ejecución de dos proyectos de irrigación emblemáticos:
Majes Siguas II (Arequipa)
• 38,500 hectáreas agrícolas nuevas.
• Sistema de riego tecnificado y sostenible.
• Capacidad de atraer cultivos de exportación premium como palta, uva, arándano y alcachofa.
• Actualmente pendiente de solución contractual para su reactivación.
Chinecas (Áncash)
• Potencial de más de 30,000 hectáreas agrícolas nuevas.
• Ubicación privilegiada cerca del puerto de Chimbote.
• Ideal para cultivos de alto valor y desarrollo de agroindustrias de procesamiento.
Ambos proyectos permitirían duplicar el área agrícola costera disponible, generando miles de empleos formales y ampliando la base exportadora del país.
Para terminar, aunque Marruecos avanza con fuerza en su ambición de convertirse en el principal proveedor agrícola del sur del Mediterráneo, Perú cuenta con ventajas estructurales únicas: clima favorable, biodiversidad, tecnología agrícola avanzada y un ecosistema exportador consolidado. Si el país logra destrabar los grandes proyectos de irrigación pendientes y mejorar su infraestructura logística y portuaria, no solo podrá mantener su liderazgo en el mercado agroexportador, sino convertirse en uno de los principales proveedores de alimentos del mundo, en un momento donde el planeta lo necesita más que nunca.
Fuente: CanalB
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