Opinión

Nulo, luego existo; por Fernando Casanova

Publicado el 05 de agosto de 2025

Por Fernando Casanova, publicado en LIMAGRIS

 

Otra vez elecciones. Otra vez la danza de los rostros repetidos, de los slogans reciclados, de los candidatos disfrazados de pueblo. Treinta y siete aspirantes a la presidencia. Más de nueve mil postulantes al Congreso. ¿Es esto una democracia o un mercado persa? En el Perú las elecciones ya no se viven como un ejercicio de soberanía, son un trámite burocrático donde el ciudadano elige quién lo va a traicionar (otra vez). Se vota por el que roba menos, el que habla “mejor”, el que no ha sido aún descubierto. Se vota como quien escoge entre dos venenos, con mascarilla.

 

Y aun así, seguimos votando. Porque nos enseñaron que votar es cumplir con la patria. Pero nadie dice que lo verdaderamente desperdiciado es el país. Desperdiciado por una casta política que se reproduce como virus, por partidos bamba que se venden al mejor postor, por medios del montesinismo residual que simulan informar, pero solo repiten el libreto de la Confiep. Nos piden fe en la urna que ofrece este sistema podrido. Nos ofrecen «opciones» en un menú hecho por las mismas manos titiriteras tras el Estado por décadas: banqueros, traficantes, mafias para todo gusto. Nos dicen que elijamos, pero no es posible elegir nada. Ni salud, ni educación, ni trabajo, ni crédito digno. Lo que sí elegimos es la nueva forma del engaño.

 

Desde hace dos siglos el Perú ha sido gobernado por élites que construyeron el poder como un botín. Del Virreinato al Fujimorato, de Leguía a Boluarte, el esquema se ha perfeccionado: extractivismo arriba-clientelismo en el medio-represión abajo. Cambian los nombres, nunca las lógicas. Cambian los colores en las cédulas, pero no los dueños del circo. Y ahora, frente a esta nueva elección, pretenden que actuemos como si no pasara nada. Como si no recordáramos que los presidentes van a prisión o huyen. Como si no supiéramos que los congresistas legislan con agenda oligarca previa. Como si no viéramos que el Estado existe para cobrar puntuales impuestos y solventar las tropelías de quienes financiaron campañas.

 

Treinta y siete candidatos. ¿De verdad haremos esto? Son los mismos grupos de poder que manejan la economía, la salud, sus medios, la justicia. Son los mismos que compran congresistas, reparten contratos, silencian periodistas y asesinan defensores ambientales. Son los dueños del Perú SA. Y ante este teatro de esperpento que ya ni siquiera buscan ocultar, la única respuesta digna es el voto nulo. Nulo, no por apatía. Nulo, no por ignorancia. Nulo porque no acepto este juego amañado. Nulo porque no hay opción honesta dentro de una estructura diseñada para excluir a los verdaderos representantes de esta tierra. Nulo porque no quiero elegir entre el verdugo y el cómplice. Nulo como gesto ético. Nulo como afirmación política. Nulo como única forma de no legitimar toda su farsa.

 

Nos dirán que es inútil. Que igual alguien ganará. Pero esa es la trampa: hacernos creer que el problema es el resultado, cuando el verdadero problema es el sistema. El voto nulo no cambiará el resultado, pero puede cambiar el relato. Puede decirle al país —a gritos— que no toleramos su cuento repetido hasta la arcada, que no se presta al simulacro, que no quiere seguir financiando su propia humillación.

 

Mientras los bancos ganan miles de millones y las familias pierden sus casas y heredan deudas. Mientras se contamina la Amazonía y se destruyen ciudades en nombre del “progreso”. Mientras se criminaliza al pobre y se premia al corrupto con viajes por el mundo. Mientras tengamos que vivir temiéndole a la Policía, huyendo de la extorsión, muriendo en sus decadentes hospitales y emigrando por futuro. Votar por cualquiera de ellos es aceptar que no merecemos más. Anular, en cambio, es empezar a decir basta. Porque en este país donde todo se compra, donde la democracia es ya un enser de la cachina, el voto nulo, creo con humildad, es lo único digno, y es lo único que todavía no pueden manipular.

 

 

 

 

Fuente: CanalB

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