Opinión

Terroristas no solo en el Congreso; por Martha Meier M.Q.

Publicado el 27 de octubre de 2025

Por Martha Meier M.Q., publicado en Expreso

 

El congresista Guillermo Bermejo fue condenado a quince años de prisión por afiliación a la organización terrorista Sendero Luminoso. Su abogado lo llama “preso político”, pero lo político aquí no es su causa, sino el silencio cómplice que lo rodeó. ¿Cómo llegamos a tener a un terrorista sentado en el Congreso? La respuesta duele, y apunta a la prensa. Rosa María Palacios, durante el segundo gobierno de Alan García, lo entrevistó como si fuera un joven rebelde malentendido. En aquel entonces, en los estudios de América Televisión, Bermejo —ya investigado por terrorismo, con ANFO y documentos senderistas hallados en su casa— se vendía como víctima de un “psicosocial”. Y ella lo dejó. Le permitió presentarse como un perseguido político, como si el Perú fuera el villano y no el terrorismo. Años después, la periodista Claudia Toro rescató ese fragmento para la memoria —y la vergüenza— en su canal CTV Perú Oficial. Allí se ve a Rosita Palacios tratándolo como a un amigo que solo estaba “fregando”, y se quejaba de que en el país “a todos los llaman terroristas”.


Hoy, la justicia ha hablado. Bermejo es el camarada Ché, admirador del asesino Ernesto Guevara, adoctrinado en los campamentos del VRAEM, vinculado a los Quispe Palomino y otros narcosenderistas. Hasta seis colaboradores eficaces confirmaron sus viajes y reuniones. No fue combatiente armado, pero sí operador político de una ideología que desangró al Perú. El peligro ya no está en la selva, sino en el Parlamento. ¿Y la prensa? Parte de ella fue su cómplice moral. La justicia lo absolvió dos veces y la televisión, mientras Sendero seguía buscando una nueva trinchera: el Estado. La tercera fue la vencida. Esta vez, la verdad fue más fuerte que la narrativa.


Pero Bermejo no es un caso aislado. Jorge Salas Arenas, presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) en las elecciones del 2021, fue miembro del FER Pekinés, movimiento universitario maoísta de Arequipa, del cual surgieron senderistas confesos. Fue abogado de procesados por terrorismo, entre ellos el camarada “César Chávez”, dirigente militar de Sendero. Beto Ortiz lo denunció en su programa de Willax; un grupo de congresistas pidió que renuncie inmediatamente. No ocurrió, y en esas elecciones otros simpatizantes del terrorismo, además de Bermejo, llegaron al poder. ¿Coincidencia? Más bien parece que los tentáculos ideológicos del terror aprendieron a colarse por toda grieta.


El periodismo no puede servir de incubadora para el relato de los verdugos. El Estado no puede permitir que sus enemigos lo administren. El caso Bermejo no es una anécdota judicial, es una advertencia histórica. Con un periodismo indulgente con los violentos, lo peor está aún por venir.

 

 

 

Fuente: CanalB

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