Por Ismael Benavides, publicado en Expreso
La izquierda peruana se desgañita vociferando a los cuatro vientos que Boluarte es de derecha y poco más se acerca a Hitler o Mussolini, pretendiendo que con ello se distancia del personaje que ellos eligieron con sus votos como primera vicepresidente del golpista antidemocrático Pedro Castillo, cuya gestión terminó con un dramático aumento de la delincuencia, una inflación de 9%, la mayor inseguridad alimentaria del siglo, llevó la pobreza a 30%, la fuga de 22 mil millones de dólares y la inversión privada en negativo, gestión en la cual la entonces Vicepresidenta participó activamente como Ministra del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social desde el 28 de Julio del 2021 hasta dos semanas antes del golpe el 7 de Diciembre del 2022.
Obviamente Boluarte no accedió al poder con una plataforma de derecha, si no compartiendo la plataforma radical de Castillo, Perú Libre, y el MOVADEF que los acompañó. Boluarte compartió los gabinetes de Guido Bellido que pretendió estatizar el gas de Camisea, con la promotora de incendios de minas Mirtha Vasquez, con el amenazador de “ríos de sangre” Anibal Torres, y finalmente con la hoy presa por golpista Betssy Chavez, y evidentemente no era una quinta columnista en ese gobierno, sino una activa participe.
Dina asumió la presidencia de la republica como una figura de consenso institucional, más que una referente ideológica, y hasta ahora no ha adoptado políticas neoliberales, ni ha impulsado reformas económicas que la puedan identificar con la derecha, como pueden ser desregulación y liberalización radical del mercado, o privatizaciones como lo demuestra su actitud con la quebrada PetroPerú. Más bien ha adoptado una postura pragmática enfocada en la gobernabilidad manteniendo políticas tipo asistencialistas como las que llevaba a cabo en el MIDIS. Incluso dos de sus primeros gabinetes estuvieron encabezados por Humalistas, Alberto Otarola y Eduardo Adrianzen, incluyendo algunos ministros de izquierda o de centro izquierda en muchos casos. Por ello quizás la pregunta que deberíamos hacernos objetivamente para situarla en un eje socioeconómico más a la izquierda o más a la derecha es analizar su actuar político y de gobernanza, y claramente no vemos que haya promovido privatizaciones, ni reducido el gasto público, ni aplicado mano dura con la delincuencia, más bien ha mantenido las intervenciones sociales y de alguna manera ha fortalecido el rol del Estado y aumentado el gasto público que es típico de un Gobierno de izquierda.
No cabe duda de que Dina Boluarte es en primer lugar una persona pragmática que ha buscado la gobernabilidad y mantenerse en el poder hasta concluir el período 2021-2025 lo cual es válido. Sus alianzas coyunturales en el Congreso no reflejan afinidad ideológica sino más bien pragmatismo político, y ese enfoque institucional, tanto en su actuar como en su discurso es aprovechado por la izquierda radical para tildarla de derecha frente a los electores en el 2026. En un contexto polarizado la izquierda pretende interpretar que cualquier intento de establecer orden o promover, o dejar operar normalmente a los sectores económicos es un giro hacia la derecha, pues evidentemente la izquierda vive del desorden y el caos. Es así como los consabidos medios de comunicación irresponsables, los diarios de izquierda, sus redes sociales y por supuesto congresistas de diversas bancadas de izquierda incluyendo Perú Libre y Nuevo Perú machaconamente y sin argumentos, tildan a la presidenta de derechista.
En la economía, no cabe duda de que Dina Boluarte ha continuado con el “piloto automático”, gozando de la estabilidad que le permite la Constitución de 1993, la solidez macroeconómica, y los favorables vientos de cola de los buenos precios de los minerales. También ha tenido la sapiencia de no haber antagonizado ni denostado al sector privado, creando un entorno tranquilo y estable que ha llevado a que la inversión privada vuelva a crecer y nuestra economía retome una senda de crecimiento y prosperidad. Claro está, si hubiera sido realmente de derecha, estaríamos creciendo al doble.
La desastrosa experiencia del Gobierno de Pedro Castillo es responsabilidad directa de la izquierda peruana, de la mano con los consabidos caviares que han participado con ellos en esa gestión, y es por ello que el pueblo peruano no puede dejarse engañar otra vez en el 2026 y votar por ese modelo corrupto, incompetente y empobrecedor probado múltiples veces en la región con los resultados terribles que todos conocemos.
Fuente: CanalB
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