El anuncio realizado por el presidente Javier Milei sobre la adquisición de submarinos construidos en Francia generó preocupación por el impacto financiero y la ausencia de transferencia tecnológica o participación local en el proceso.
La operación, estimada en más de 2.300 millones de dólares, implica endeudamiento externo y una compra con modalidad “llave en mano”, lo que deja fuera a los astilleros argentinos pese al histórico reclamo para recuperar capacidades industriales propias.
Según lo revelado, el ministro de Defensa, Luis Petri, firmó en 2024 una carta de intención para adquirir tres submarinos Scorpene Evolved, en el marco de su visita a Francia y su reunión con el ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu. Los buques serían fabricados por Naval Group, empresa controlada por el Estado francés, utilizando líneas de crédito del mismo país. El modelo se encuentra en servicio en diversas marinas, como las de Chile, India, Malasia y Brasil, mientras que Indonesia y Egipto evalúan incorporarlo en el futuro.
Desde análisis militares y navales se cuestiona que la Argentina no haya exigido compensación industrial ni acuerdos de producción compartida, pese a contar con normativa vigente que promueve reemplazo de importaciones, desarrollo tecnológico y participación de proveedores nacionales. Expertos y asesores del sector sostienen que la falta de exigencias contradice el espíritu del Fondo Nacional de Defensa y la política de offset, lo que aleja cualquier posibilidad de recuperar capacidades estratégicas para la industria naval local.
Otro punto que genera interrogantes es la sostenibilidad operativa, considerando que la Armada Argentina atraviesa limitaciones para mantener su flota actual y que organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, han solicitado la acumulación de reservas. Analistas se preguntan cómo se financiará el crédito y si se podrá sostener el funcionamiento, mantenimiento y entrenamiento sin comprometer otros sectores del presupuesto nacional.
La decisión también provocó comparaciones con procesos pasados, como la compra de patrulleros oceánicos firmada durante la gestión de Mauricio Macri, y con ofertas alternativas, entre ellas la alemana TKMS con submarinos U209NG y planes de crédito, así como opciones de buques usados provenientes de Brasil o Noruega. En este escenario, el debate se centra entre quienes celebran el retorno futuro del arma submarina y quienes alertan sobre una nueva pérdida de soberanía industrial.
Fuente: CanalB
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