Fuente: EL REPORTE
El cinturón de fuego del presidente Pedro Castillo empieza a desintegrarse. No solo sufrió las bajas —ex aliados convertidos en colaboradores eficaces— de los empresarios Karelim López y Zamir Villaverde, del ex secretario general presidencial Bruno Pacheco y posiblemente también del ex subsecretario general del Despacho de Palacio, Beder Camacho. Ahora también salieron de su fuero con aires increpadores los congresistas de la bancada Cambio Democrático (antes llamado Juntos por el Perú, de la hasta hoy desaparecida Verónika Mendoza): Sigrid Bazán, Ruth Luque y Edgard Reymundo. Los tres, parte del conjunto parlamentario que desencaminó los intentos de vacancia presidencial pese a los graves indicios de corrupción, ahora responsabilizan al jefe de Estado de la espiral política que tiene al país en la cornisa. El oficio, sin embargo, podría tener doble rasero: atribuir la crisis al gobierno chotano y autoexcluirse de esta, mirar a otro lado.
En la carta, los legisladores firmantes reconocieron “la magnitud de los indicios” que involucran con casos de corrupción al presidente, quien ahora tiene una denuncia constitucional emitida por la misma fiscal de la Nación, Liz Patricia Benavides. Asimismo, le exigen al mandatario “algo más que palabras” a la hora de tener que demostrar su supuesta inocencia al ser sindicado como el líder de una organización criminal en Palacio. “Frente a estos hechos, usted ha respondido con afirmaciones genéricas de apoyo a las investigaciones o con acusación de persecución judicial en su contra”, escribieron.
Esta petición aludiría a las incontables veces que el jefe de Estado salió ante la prensa para decir que iba a colaborar con la justicia, pero solo terminó guardando silencio las veces que estuvo cara a cara con la Comisión de Fiscalización del Congreso y con la misma Fiscalía; ejercicio que fue calcado por la también investigada Lilia Paredes, la primera dama.
Lo acusan además por los personajes que fue eligiendo para armar su esfera. “Ministros de Estado designados por su persona, funcionarios de alto nivel de su entorno más cercano, personas que usted contrató en los primeros meses de su mandato”, contabilizan. Asimismo, hacen hincapié por los “familiares suyos se encuentran investigados, prófugos o privados de libertad por la presunta comisión de delitos de corrupción”.
“A esta poca capacidad de gestión se suma la percepción pública de que su gobierno no muestra un compromiso claro en garantizar la integridad pública y distanciarse tajantemente de cualquier indicio de corrupción”, se lee.
Fue por estas razones que apuntaron lo siguiente: “parte de estas crisis es también responsabilidad suya y del gobierno que usted dirige”.
El bloque aliado también aprovechó para desligarse de esta encrucijada, olvidando su férrea promoción del entonces candidato de Perú Libre como una opción superlativa para atender al Perú pos pandémico. Para tal fin, apuntaron contra el sector del Congreso que está al borde de ejecutar una tercera moción de vacancia contra el mandatario.
Este panorama, apuntan, “pone en riesgo —una vez más— nuestra débil democracia”, lo cual en realidad se puso al margen desde que enarbolaron al perulibrista que ya tenía vínculos sospechosos —los cuales ahora poco a poco se vendrían desmontando— y que además iba a representar a un país que tiene investigados por corrupción a todos sus presidentes del nuevo milenio.
La izquierdista chic, “moderna”, “moderada”, “pluricultural” y posmoderna salta del barco, pero aún no completamente. Ojo con sus nuevos movimientos, ¿Se estarán curando en salud o querrán seguir negociando?
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Fuente: CanalB
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