Opinión

No nos entreguemos ni a Washington ni a Beijing; por Hugo Guerra

Publicado el 23 de diciembre de 2025

Por Hugo Guerra, publicado en Expreso

 

El Perú es geopolíticamente eje de ejes subcontinental. Quien domine nuestro territorio tendrá capacidad de irradiar influencia política, económica y militar en toda Sudamérica, y proyectar una zona de dominio clave en la cuenca del Pacífico Sur. Por eso estamos hoy en una suerte de disputa estratégica entre Estados Unidos y China, lo cual nos obliga a desarrollar una cauta política exterior de neutralidad activa.


Históricamente, nuestra centralidad permitió el desarrollo civilizatorio del gran imperio inca. Durante el virreinato fuimos el corazón de los reinos hispanos de ultramar, rigiendo desde Panamá hasta el Río de la Plata y el extremo austral chileno. En el siglo XIX, el proceso de escisión regional llamado Independencia no se resolvió hasta 1824 en Junín y Ayacucho. Bolívar, el gran traidor, nos desmembró e inventó Bolivia para privilegiar a Colombia. Y los británicos promovieron la Guerra del Pacífico para expandir a Chile.


En el siglo XX, el hemisferio solo se tranquilizó cuando vencimos al terrorismo comunista. Ahora somos una nación rica, emergente, de 34 millones de habitantes, con economía intermedia, bono poblacional asegurado hasta el 2040 y capacidad de proyectarnos como potencia andina, bioceánica, amazónica y con presencia en la Antártida.


Para China representamos la cabecera de su macropoyecto de la Franja y la Ruta, que recorre todo el mundo, y por eso invierte con énfasis en minería, tecnología (el 5G), industria, energía y, obviamente, en la clave logística del megapuerto de Chancay. Esa política no es casual y debe entenderse en su recién publicada Doctrina Estratégica del Sur Global.


A contrapelo, en la novísima Doctrina de Seguridad Nacional de Trump, el renaciente Imperio Norteamericano propone un corolario de la antigua Doctrina Monroe (1823), donde se advierte que EE. UU. no permitirá ninguna influencia de potencias extrarregionales que amenacen su condición hegemónica en este hemisferio. Por tanto, ya han hecho evidente su preocupación por los avances chinos en el Perú; y, en compensación, nos acaban de designar aliados estratégicos fuera de la OTAN. Además, están dispuestos a promover inversiones mayúsculas como la base aeroespacial de El Pato (Piura), el megapuerto de Corío y facilitarnos abastecimiento militar.


El gobierno y las FF. AA. deben aprovechar esta circunstancia para, dentro de la referida neutralidad activa, buscar equilibrios y ventajas. Mantengamos nuestra independencia, pero demos pasos claves; por ejemplo, compremos los F-16 americanos y, paralelamente, aceptemos el tren bioceánico chino. Negociemos con sagacidad, sin entregarnos ni a Washington ni a Beijing.

 

 

 

Fuente: CanalB

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