El Reporte

La fantasmagórica Verónika

Publicado el 19 de agosto de 2022

Fuente: EL REPORTE


Pese a la asunción de un presidente de corte izquierdista, la actividad política de Verónika Mendoza se multiplicó por cero. Entre ligeras mecidas y advertencias, la lideresa de Nuevo Perú recién sale a dar la cara. Pero no para hacer eco ni reivindicar el pacto que hizo en mayo de 2021 con el profesor chotano en aras del supuesto bienestar nacional. Esta vez salió iracunda para exigirle al jefe de Estado que expectore al ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Rodriguez Mackay. La razón: por la ruptura que aprobó el canciller entre Perú y la República Árabe Saharaui Democrática. Este hecho, que se oficializó ayer 18 de agosto, acaloró a Mendoza a tal punto que revirtió su pasividad en el plano local.


Verónika Mendoza tentó dos veces el sillón de Pizarro. En las elecciones de 2016 y 2021. En ninguna de las dos carreras llegó al tramo final. En la del 2016, por su antifujimorismo, tuvo que apoyar a PPK en la segunda vuelta. Esto le generó anticuerpos y fue la antesala de su ritmo contradictorio. En el 2021, le dio su venia al novísimo Pedro Castillo. A pesar de ser un cruce de izquierdas, una más radical que otra, auguró como una experta en astrología la mejoría del país. Esta visión se materializó cuando el 5 de mayo del 2021 ambos tuvieron una reunión en la base de Perú Libre y firmaron un pacto. El eje era la instalación de la asamblea constituyente. Y, claro, una supuesta lucha contra la corrupción. “Caiga quien caiga”, se lee en el comunicado que firmaron por aquel entonces.


El respaldo de la lideresa de Nuevo Perú fue tajante: "Hay una excesiva demonización de Castillo". “Nos da tranquilidad que persista en convocar una Asamblea Constituyente plural y diversa, para que el pueblo escriba una nueva Constitución. A algunos esto les pone los pelos de punta y acusan a Perú Libre de autoritario, pero no hay nada más democrático que consultar al pueblo soberano si quiere o no nueva Constitución”, agregó.


El volumen de su participación, sin embargo, fue de menos a más. Todo habría comenzado antes de que Castillo tomara el control de Palacio. Trascendió que había posibilidades de que la misma Mendoza sea primera ministra. Esta información se desdibujó cuando el elegido fue Guido Bellido. Pero volvió a ganar terreno cuando la lideresa de Nuevo Perú tuvo que ir hasta Palacio el 23 de agosto. En la sede del Ejecutivo, según se informó, exigió al nuevo inquilino de la casa de Pizarro que saque a Guido de la jefatura del gabinete. Esto finalmente no pasó. O sí, pero mucho después y por otros motivos.


Cierto o no, Verónika se jactaba de ser un arquetipo de la política purista, de ser la vanguardia, y un etcétera de calificativos ambivalentes. Pero desde que el presidente Castillo continuó dándole forma a su administración, la referente izquierdista se fue desvaneciendo. Su participación en la segunda mitad del 2021 se redujo a dos momentos: cuando murió Abimael Guzmán y cuando interrumpieron la presentación del libro de Sagasti.


Los indicios de corrupción del profesor chotano empezaron a salir por migajas, pero ante esto solo dijo que eran errores que se estaban enmendando. Luego, dijo que grupos afines a Keiko Fujimori buscaban un golpe. Intentó una vez restaurar la confianza con el entorno castillista, pero nuevamente cayó de espaldas cuando se eligió a Héctor Valer. Estas idas y venidas, sin embargo, habrían tenido un norte. Progresivamente, empezó a usar distintos frentes para exigir otra vez la asamblea. "Ni el oportunismo del presidente ni la histeria del Congreso le quitan legitimidad a esta demanda”, agregó. Había encontrado su coartada.


Pese a ello, volvió a caer en la espiral del silencio y solo se le vio dos veces, pero no en Perú, sino en el exterior: para la toma de mando de Gabriel Boric en Chile y para la de Gustavo Petro en Colombia. Recién ayer acaba de renovar los votos con su país cuando el canciller Rodríguez Mackay anuló los lazos con la República Árabe Saharaui Democrática, país, por cierto, inexistente. Como digna representante de una generación virtual, le dedicó unas palabras en Twitter al presidente: “Hoy, él rompe su compromiso con el Estado y pueblo saharaui. Esperamos rectificación y salida del Canciller”. Esta misma línea la replicó en otro tuit Perú Libre. ¿Volvió la afinidad? ¿o se trastocaron algunos intereses de la izquierda internacional?


De lo que sí estamos seguros es que Verónika, hoy por hoy, es un fantasma del comunismo que solo aparece para jalarle las piernas al presidente cuando se aleja de la línea del comunismo internacional. Si no es para alentar trasnochadas ideas como la existencia de una República Saharaui o una Asamblea Constituyente, viaja plácidamente a visitar a sus amigos extranjeros. Hasta ahora, no la hemos visto defendiendo la democracia ni un solo día.

 


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Fuente: CanalB

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