Fuente: EL REPORTE
La doctrina chotana viene patentando un gobierno que supera los límites del espanto. En sus 15 meses en el sillón de Pizarro, Pedro Castillo ha transformado a la realidad nacional en una bomba de tiempo. Los números que acompañan su gestión —en la informalidad y en el estancamiento de la inversión privada, por ejemplo— lo desacreditan. Y si sumamos el inventario de denuncias desde la Fiscalía más los intentos de vacancia desde el Congreso podríamos deducir que el jefe de Estado, aunque con talento para el equilibrismo político, no ha podido revertir su espiral. Todo lo contrario. Amplió la cobertura a sus gabinetes ministeriales, su entorno familiar, etcétera. Y por si fuera poco invitó a este carrusel —increíblemente para su defensa— a la Organización de Estados Americanos (OEA). Porque después de todo es víctima de un “golpe de Estado” y no víctima de sus malas decisiones.
Uno de los frentes más visibles respecto a la errante administración del profesor chotano es su selección de ministros: hasta la fecha realizó 73 cambios. En las cortas gestiones de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti —casi equivalentes al tiempo actual de Castillo—, hicieron 3 y 4 modificaciones en sus fórmulas ministeriales. En el caso de Pedro Pablo Kuczyinski, Ollanta Humala, Alan García y Alejandro Toledo los reemplazos se hicieron después de los 120 días. Es conclusión, el exsindicalista lleva la delantera.
Los sectores que más trastocó fueron el Ministerio del Interior (siete: Juan Carrasco, Luis Barranzuela, Avelino Guillén, Alfonso Chávarry, Dimitri Senmache, Mariano González y Willy Huerta) y el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (seis: Victor Malta, Alberto Ramos, Óscar Zea, Javier Arce, Andrés Alencastre y Jenny Ocampo). Los siguen el Ministerio de Defensa (cinco: Walter Ayala, Miguel Carrasco, José Luis Gavidia, Richard Tineo y Daniel Barragán) y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (cinco: Juan Silva, Nicolás Bustamante, Juan Barranzuela, Geiner Alvarado y Richard Tineo).
El presidente del “no más pobres en un país rico” también estrechó el crecimiento económico. Mientras el Banco Central de Reserva (BCR) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) proyectan que el Producto Bruto Interno (PBI) crecerá 3% y 3,5%, respectivamente, otras instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) calculan que en realidad será 2,7%. Asimismo, el sector minero y el de consumo —comercio y servicios— se contraerían. La inversión privada en el primero, respectivamente, caería en 3,7% y para el 2023% llegaría al 16%. Esto por la falta de proyectos según el mismo BCR.
El desempleo es otro frente con un horizonte complicado. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reportó 417 mil personas sin empleo solo en Lima Metropolitana en el trimestre móvil julio-agosto-setiembre. La informalidad también es otra variable torcida en esta encrucijada. En la primera mitad del 2022 se detectaron casi 2,6 millones de jóvenes del área urbana atrapados en este sector, lo cual representa un aumento de 9,2% respecto a las proporciones prepandémicas.
El gobierno chotano también ha expuesto su escozor frente a la prensa. En su hoja de ruta ya habían mencionado que estaban a favor de regular la parrilla periodística. Luego, no dejaron ingresar a Palacio a los medios de comunicación durante más de 100 días. Y aunque esto después se revirtió, el pasado 11 de octubre de este año expectoró a los reporteros locales de una conferencia de prensa para darle paso solo a los extranjeros. Los segundos, por supuesto, expresaron su apoyo a sus colegas, haciéndole hincapié al mandatario que esas son prácticas antidemocráticas.
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Fuente: CanalB
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