Opinión

Una reflexión sobre el cáncer - erotismo celular y caos fisiológico; por Manolo Fernández

Publicado el 02 de junio de 2025

Por Manolo Fernandez MV, MSC, PhD h.c.

 

En el cáncer, las células —esas unidades microscópicas que constituyen la arquitectura de nuestro cuerpo— parecen entrar en un estado de frenesí, de emancipación extrema. Se comportan, podríamos decir, eróticamente: buscan reproducirse sin control, ignorando las reglas naturales que delimitan su existencia.


Se desligan del tejido colectivo al que pertenecen y se embarcan en una danza seductora pero destructiva que las lleva a proliferar sin propósito, a invadir sin razón, a poseer sin medida.


Este erotismo celular no es el erotismo vital, creador y amoroso que impulsa la vida; es un impulso desenfrenado, una búsqueda insaciable de autorreproducción que niega la armonía del conjunto. En lugar de sumarse al concierto fisiológico del organismo, estas células deciden seguir su propio ritmo, su propio deseo, y en ese acto de rebelión biológica desencadenan el caos.


Como amantes traicioneros, las células cancerosas rompen el pacto con el cuerpo que les dio origen. Su desregulación no es solo un fallo genético o una aberración molecular, es una metáfora del egoísmo extremo, del deseo sin límites. En su afán de eternidad, de seguir dividiéndose, de no morir nunca, condenan al cuerpo entero a su ruina. Destruyen los órganos, interrumpen funciones vitales, roban energía, colapsan sistemas. En su anhelo de vida autónoma, se convierten en agentes de muerte.


Lo más paradójico es que el cuerpo que les da vida, ese ecosistema perfectamente organizado, es el mismo al que terminan destruyendo. Como si un hijo se negara a dejar el hogar, y en su intento por dominarlo todo, terminara por incendiar la casa que lo protegía. El cáncer, en este sentido, es una tragedia biológica que refleja un drama humano, es el conflicto entre la libertad individual y el orden colectivo, entre el deseo personal y la responsabilidad con el todo.


Este fenómeno biológico puede entenderse como un espejo del comportamiento humano. Cuando el deseo se convierte en tirano, cuando el individuo se desliga del bien común y se guía solo por sus pasiones más primitivas, se abre la puerta al colapso. Lo vemos en las sociedades que se quiebran por exceso de egoísmo, en los sistemas que colapsan por ambiciones desmedidas, y en los cuerpos que se destruyen desde dentro por células que olvidaron su función.


El cáncer, entonces, no es solo una enfermedad del cuerpo, sino también una alegoría de lo que ocurre cuando la armonía cede ante el caos, cuando el erotismo vital, el que impulsa el amor, la conexión, la creatividad, se distorsiona en erotismo destructivo, en deseo desvinculado de toda ética.


El cáncer no viene de fuera, no es un enemigo externo. Son nuestras propias células, aquellas que nos construyen, las que se transforman en portadoras de muerte. Como una historia de amor que se pudre desde dentro, como un aliado que, cegado por sus propias ansias, se vuelve traidor. Así, esta enfermedad nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de los equilibrios. Sobre la necesidad de contención, de límites, de códigos que regulen la vida para que esta no se vuelva contra sí misma. Nos recuerda que la vida no puede sostenerse en el puro deseo de vivir a cualquier costo, sino en la interdependencia, en la cooperación, en el respeto por el conjunto.


Porque si las células olvidan que son parte de un organismo mayor, y si el hombre olvida que es parte de una humanidad, el resultado es el mismo: caos, sufrimiento y muerte.


Desde esta perspectiva, el cáncer no es simplemente una enfermedad: es una enseñanza, una advertencia silenciosa de la naturaleza sobre los peligros del exceso, del narcisismo celular, del amor mal canalizado. Nos recuerda que la vida necesita límites, que la libertad sin propósito se convierte en caos, y que incluso lo más pequeño —UNA CELULA— puede desencadenar la destrucción si olvida su lugar en la red mayor de la existencia.


"HASTA UNA SOLA CÉLULA PUEDE OLVIDAR SU PROPÓSITO Y DESATAR EL CAOS: LA VIDA NECESITA LÍMITES PARA NO DESTRUIRSE A SÍ MISMA."

 

 

 

 

Fuente: CanalB

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