El humo blanco que salió esta tarde de la chimenea de la Capilla Sixtina ha confirmado lo que millones de fieles alrededor del mundo esperaban: los cardenales reunidos en cónclave han elegido al nuevo pontífice, sucesor del papa Francisco.

El consenso llegó al segundo día del cónclave y tras cuatro rondas de votación entre los 133 cardenales con derecho a voto.

La señal inequívoca apareció a las 18:07 horas, cuando la tradicional fumata blanca se elevó sobre el cielo nublado de Roma. De inmediato, la Plaza de San Pedro, que había permanecido expectante bajo la lluvia intermitente, estalló en júbilo mientras las campanas de la basílica repicaban para anunciar al mundo que “habemus papam”. Según lo previsto, el nombre del nuevo líder de la Iglesia Católica se dará a conocer dentro de los próximos minutos.

A partir de ahora, el papa electo se dirige a la llamada “sala de las lágrimas”, un espacio reservado para el recogimiento del nuevo pontífice antes de vestir por primera vez los hábitos papales. Desde ahí se preparará para su primera aparición pública desde el balcón central de la basílica de San Pedro, donde será presentado oficialmente y pronunciará sus primeras palabras como obispo de Roma.

Aunque aún no se ha revelado la identidad del elegido, su agenda ya se vislumbra cargada de decisiones importantes. Entre sus primeras tareas figura la elección de los nuevos colaboradores en la Curia, así como resolver expedientes que dejó abiertos su predecesor. Uno de ellos es la postergada canonización de Carlo Acutis, joven italiano conocido como el “patrono de la web”, cuya ceremonia estaba prevista para abril pero fue aplazada.

Otro desafío será la evaluación de los compromisos internacionales heredados, como el viaje a Turquía previsto para conmemorar el aniversario del Concilio de Nicea. También se deberá enfrentar, a partir de septiembre, la apelación en el controvertido proceso sobre la gestión financiera del Vaticano y la venta del Palacio de Londres, una operación impulsada por Francisco y que aún genera debate dentro de la Santa Sede.